Escribiendo una nueva página




Hoy empieza una nueva página en el libro de mi vida. Una página, la cual estoy lleno de ilusión e impaciente a la vez por empezar. Tengo tantas ideas que quiero plasmar y escribir en ella, que me cuesta saber por dónde empezar.


Hace poco que cumplía ya veinticinco años desde mi primer trabajo, allá por Junio del 1991, empezaba un contrato temporal de tres meses para trabajar en el Hospital del Niño Jesús. Todavía recuerdo mi primer día en el trabajo, recuerdo que llegué pronto, muy pronto, apenas acababan de abrir la oficina de personal donde iba a trabajar.

- Sientate aquí. - Me dijeron. A lo cual yo obedecí sin rechistar.

- Ves todos esos sobres. Ves todos esos sellos. Pues empieza a poner un sello en cada uno de los sobres. - Me indicaron a continuación. En fin, pensé para mí, más de seis años de Universidad para acabar pegando sellos. Desde luego no era el inicio que había soñado para mi carrera laboral.


Después de pegar unos cuantos cientos de sellos en unos cuantos cientos de cartas, empeze a recorrer la oficina. Buscaba, mitad estirar las piernas, mitad huir de la pesadilla filatélica. En esto que mis ojos recalaron en un objeto situado en una de las esquinas del despacho. Parecía estar allí arrinconado, en esto que recordé que nadie parecía haberle hecho caso durante toda la mañana, o al menos no me pareció ver a nadie trabajando en esa esquina. Y eso que para mí era un objeto muy conocido y cotidiano de mis estudios. Aquello era un ordenador PC IBM.


Pregunté cortésmente si podía mirarlo. “Por supuesto, por supuesto” me dijeron, pensando la mayoría que estaba fuera de mis casillas intentando sacar provecho de aquel alienígena de otro planeta.


Después de encenderlo y esperar a que el sistema operativo se cargara, MS-DOS estamos hablando, empecé a mirar por todos los directorios con cuidado de no borrar o destruir cualquier tipo de información que me pudiera ocasionar cualquier problema en mi primer día de trabajo.


Cuando ya estaba a punto de desistir en mi búsqueda, ahí que aparece un viejo conocido para mi: dBase III. Y esa, hoy bien antigua y vetusta aplicación, cambiaría los próximos años de mi carrera laboral.


La alternativa estaba clara: pegar sellos durante todo el verano, o plantear un proyecto para informatizar el departamento usando dBase III. Para luego es tarde, pensé, y después de un rápido esbozo de diseño mental, fui a hablar con el jefe de personal para presentarle la idea.


La propuesta apenas duró cinco minutos, incluso creo que a los dos minutos ya estaba completamente perdida en los tecnicismos como para poder negarse ante tan fausto y maravilloso programa que la estaba presentando.


A partir de ese día y durante los tres siguientes meses, mi lugar de trabajo sería una silla en la esquina delante de aquel PC IBM, en el cual crearía una aplicación la cual fue usada por el departamento de personal durante largos años, incluso después que yo dejara la empresa para incorporarme en Alcatel España.


Y cuantas más cosas me han pasado en estos más de veinticinco años de experiencia laboral, todavía puedo recordar esos intensos y maravillosos meses que pasé trabajando en Italia. Intensos porque pasaba trabajando casi doce horas al día de Lunes a Viernes. Maravillosos porque usaba todos los fines de semana para recorrer desde los alrededores de Milán en donde estaba mi oficina, hasta buena parte del país de la bota.


Todavía recuerdo en viaje de vuelta desde Milán hasta Madrid en mi Citroen AX y el accidente que pudo costarme la vida cerca de Genova, pero que afortunadamente solo que quedó en un susto sin más, eso sí, tuve que hacerme más de mil kilómetros y atravesar las aduanas de tres países con medio trasero de mi AX destrozado.


Y como no recordar el círculo del destino en mi última compañía, Cisco. Hace poco más de año y medio empezaba a trabajar allí, y en mi primer día en la oficina mi jefe me llevaba a comer a un pequeño restaurante español situado bastante cerca, La Catalana. Curiosamente mi comida de despedida también tenía lugar en el mismo restaurante. ¿Cosas del destino o curvatura del círculo?

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