Noche mágica en Mérida



Noche mágica en Mérida.

Después de pasar todo el día visitando otras localidades de esa maravillosa y quizás no suficientemente apreciada Extremadura, llegábamos un domingo a finales del verano a plena hora de la siesta a Mérida.

Y ciertamente menos mal que llegábamos en esos momentos, pues dado que el hotel esta en pleno centro de la ciudad, y que la mitad del casco antiguo se encontraba en obras de remodelación, con calles cortadas por aquí y por allá, nos toco entrar con el coche por calles peatonales, afortunadamente desiertas a esas horas, pero el agobio y la sensación de querer salir de aquel laberinto de adoquinados no te lo quita nadie.

Finalmente pudimos llegar al hotel y deshacernos del coche por el resto del día, con gran gusto de nuestra parte, pues la mejor manera de conocer cualquier nueva ciudad y bajarse y andarla a pie.

Entre el tiempo que tardamos en recepción y un rato que nos dimos para relajarnos y disfrutar del calor de la tarde en la piscina, diminuta piscina eso sí, a la hora que decidimos salir y encaminarnos hacia las ruinas romanas, ya tocaban las últimas horas de la tarde.

Merida, es una de las ciudades con un conjunto monumental romano más importante de España, y en 1993 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Llegados al Teatro Romano de Mérida, uno de los lugares que con más deseos queríamos visitar, nos llevamos una desagradable sorpresa.

Esa tarde-noche había programada una actuación musical, ni más ni menos que el mismísima José Luis Perales. Mi esposa casi salta de alegría al conocer el evento. Alegría que se vino abajo cuando la comentaron que todas las entradas ya estaban vendidas desde hacía ya días. 

Lo cierto es que te guste o no quien sea el artista, no cabe duda que presenciar una actuación es ese marco tan inigualable como el Teatro Romano de Mérida es algo, bueno, debe ser algo, pues no he tenido la suerte de asistir, realmente único.

Como colofón, el Teatro iba a cerrar media hora antes para poder preparar todo lo relacionado con la actuación, lo cual nos dejaba poco más de media hora para poder disfrutar de este. 

Afortunadamente, podíamos comprar ya las entradas para el recinto, con la posibilidad de poder visitarlos a la mañana siguiente con más tranquilidad y tiempo, así que decidimos ver el resto del complejo arqueológico en lo que quedaba de tarde y dejar el teatro para el día siguiente.


Casa Romana del Anfiteatro.

A pocos pasos del teatro se encuentra la casa romana del anfiteatro, estando la mayor parte de ella cubierta para evitar mayores daños a los mosaicos. 

Recorrimos los diversos pasillos sobre los cuales tienes que realizar la visita con el fin de no dañar los bien conservados suelos, y la información que recibes te dan una bastante buena idea lo que sería ser un patricio y tener una vivienda tan cerca del teatro y anfiteatro.

En cualquier caso, nuestra idea era al menos poder llegar a tiempo antes del cierre del Circo Romano, el cual se encuentra un poco más alejado de estos.




Circo Romano.

Objetivo cumplido, el sol ya empezaba a caer, pero conseguimos el objetivo de llegar a tiempo a visitar el Circo.

Lamentablemente no tuvimos suficiente tiempo como para poder recorrer todo el circo, pues este tiene una dimensiones más que considerables y se encuentra intacto casi en su totalidad, lo cual nos da la oportunidad de ver la magnitud que supondría ver una carreras de cuadrigas en este escenario.

Antes de marcharnos vinos el video relativo al circo, el cual se basada en la vida un mítico auriga de la iberia romana, Cayo Apuleyo Diocles, nacido en la Lusitania que con el tiempo se convertiría en el deportista mejor pagado de todo el imperio romano.

El circo data del siglo I después de Cristo, con una longitud de 440 metros y 115 de ancho, era capaz de albergar cerca de 30.000 espectadores ávidos de presenciar esas carreras de cuadrigas.







Acueducto Romano.

A pocos metros del Circo Romano se encuentra el Acueducto de San Lazaro. Rodeado de jardines, fue un autentico placer disfrutar de esta maravillosa obra arquitectónica a la caída de la tarde.

Muchos pequeños se encontraban en el parque cercano al acueducto, sus risas y correteos, daban nueva vida después de los duros tiempos que afortunadamente estamos dejando atrás.

El acueducto de San Lázaro fue construido en el siglo I después de Cristo y con una longitud de cerca de 1.000 metros, y abastecía de agua a la ciudad de los arroyos y manantiales situados al norte de esta.




Pórtico del Foro Municipal Romano.

Después de dar una buena vuelta y atravesar el Parque Lopez de Ayala, llegábamos al Pórtico del Foro Municipal Romano.

Estas ruinas se encuentran en la calle Sagasta, una calle peatonal que a esas primeras horas de la noche se encontraba montando todas las terrazas, preparándose para los clientes del Domingo noche.

No hay ningún acceso al Foro, así que solo podremos disfrutarlo a pie de la calle.

Podemos ver varias columnas del Pórtico que todavía se mantienen en pie, junto con un conjunto de varias estatuas en uno de los muros que se mantienen intactos.

La iluminación nocturna, de la que ya disponía este, le daba un aspecto mágico, aunque rápidamente uno volvía a la realidad por el intenso tráfico peatonal de la calle a esas horas.

El pórtico también fue erigido en el siglo I después de Cristo, y fue ampliamente reparado en el siglo pasado.










Templo de Diana.

Continuando la calle Sagasta hasta que esta pierde su nombre por la de calle Romero Leal, podemos encontrar el majestuoso Templo de Diana y el Palacio de los Corbos, el cual se construyó usando muchas de las columnas de templo de la diosa de la caza.

Aquí podemos rodear todo el complejo tanto del templo como del palacio, lo cual nos da la oportunidad de poder disfrutar de ellos desde cualquier punto de vista.

La noche ya empezaba a cerrarse, pero pudimos disfrutar de ambos con una idónea iluminación que permite disfrutar ellos.

Uno se imagina lo que sería alojarse en ese palacio cuando tienes como soportales un templo romano. Algo al alcance de muy pocos.

Originalmente este templo dedicado al culto imperial fue renombrado como Templo de Diana en el siglo XVI, cuando se edifico el Palacio de los Cobo, conocido como Casa de los Milagros, adosado a él. El templo data de finales del siglo I antes de Cristo.
















Alcazaba.

Evidentemente este castillo no es romano, pero del periodo islámico de Iberia.

Ya era noche y el castillo estaba cerrado al público, así que solo pudimos disfrutar de su exterior y del Parque de las Méridas del Mundo que se encuentra anexo a la Alcazaba.

La iluminación era de un tono azul pálido, el cual le daba un tono un poco frío a esta imponente fortaleza junto al Guadiana.

A pocos pasos y de camino al puente, encontramos la Estatua de la Loba Capitolina, una estatua moderna sobre el origen de Roma con sus dos fundadores Romulo y Remo y la loba que los amamanto como cuenta la leyenda.

Construido en el 835 por Abderraman II como defensa de una ciudad que se había revelado desde el 805, y es considerado también la primera alcazaba árabe en la península ibérica.













Puento Romano.

El Puente Romano sobre el río Guadiana es magnificente de día, pero a la luz de la luna con esa combinación de luces es algo que merece la pena ver y disfrutar.

En nuestro breve paseo por el puente coincidimos con una visita turística nocturna, la cual parecía recorrer varios de los puntos más famosos de la ciudad mientras que contaban historías digamos que un poco dentro de lo paranormal, algo muy en boga últimamente para este tipo de paseos nocturnos. No podemos contar más, pues nos perdimos tanto el principio como el desenlace de la leyenda.

A destacar que mucho del recorrido se realiza con las murallas de la Alcazaba a un lado y el Guadiana al otro, perfecta combinación del mundo árabe.

Levantado a finales del siglo I antes de Cristo, es la prolongación de una de las principales vías romanas, el Decumanus Maximus. Esta considerado el puente romano más largo, con cerca de 790 metros sobre 60 arcos que permiten cruzar el Guadiana y entrar en la ciudad.

























Arco de Trajano.

De vuelta al casco antiguo llegamos al Arco de Trajano, sito en la calle Trajano, como no podría ser de otra manera.

El Arco se encuentra completamente rodeado de edificios, y sirve de puerta a la propia calle empedrada y con tráfico limitado.

En realidad este ni es un arco del triunfo ni esta dedicado a Trajano. Según los historiadores es posiblemente es un arco de entrada al foro y esta dedicado a Tiberio.







Templo del Culto Imperial.

Muy cerca del Arco de Trajano, en la calle Holguín encontramos el Templo de Culto Imperial, aunque después de haber visto el Pórtico del Foro y el Templo de Diana, la base de un par de columnas no es algo que impresione demasiado a estar horas de la noche. Quizás este hubiera sido el sitio idóneo para empezar al visita.




Merida de noche.

La visita la acabamos con un recorrido final de vuelta al hotel, pasando por la Plaza de la Constitución donde podemos encontrar el Parador Nacional de Mérida, ocupando un antiguo convento del siglo XVIII construido sobre los restos del templo romano de la Concordia de Augusto.

Terminaríamos nuestra visita en la Plaza de España, epicentro de la ciudad donde encontramos el Ayuntamiento de Mérida, el China Palace y el hotel Merida Palace.

Consorcio de la ciudad monumental de Mérida.


Hotel Palace en la Plaza de España.


Plaza de la Constitución.


Parador Nacional de Mérida en la Plaza de la Constitución.


Interior del Parador Nacional de Mérida.

Plaza de España, fuente ornamental y Ayuntamiento de Mérida.


China Palace en la Plaza de España.

Y la mejor manera de terminar la velada que comiendo un plato del típico pestorejo extremeño en el Mesón El Pestorejo, valga la redundancia, merecido descanso después de un largo e intenso día en esta maravillosa localidad de Emérita Augusta.

Mesón el Pestorejo en la Plaza de España de Mérida.




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